Qué es la reproducción asistida y qué técnicas existen





La dificultad a la hora de concebir es una de las situaciones más frustrantes y dolorosas que puede experimentar cualquier persona con el deseo de ser padre. De hecho, la infertilidad es un problema habitual que sufren alrededor del 20 por ciento de las parejas. Por suerte, los avances científicos permiten que cada vez resulte más sencillo ayudar a la concepción de la mujer de una manera menos invasiva.

La reproducción asistida incluye una serie de técnicas y de tratamientos complementarios para ayudar a la concepción. Las dos más habituales son la inseminación artificial y la fertilización in vitro, dos posibilidades que ofrecen muy buenos resultados si se realizan en un centro especializado y con el control de profesionales.

En España, el problema de la infertilidad sigue agravándose y afecta ya a un 17% de la población -unas 800.000 parejas lo padecen-, una tasa que según los datos ofrecidos en el Congreso Internacional de Medicina Reproductiva irá en aumento. Según esa misma fuente, el 3% de los bebés españoles nacieron en 2013 por técnicas de reproducción asistida.

Actualmente, la edad media de las mujeres que recurren a la reproducción asistida para tratar de quedarse embarazadas ha descendido y ronda los 35 años -mientras que en 2013 era de 35,8 años-. Los estudios confirman que esta tendencia se mantendrá, aunque el grupo mayoritario a la hora de acudir a los centros especializados siguen siendo el de mayores de 40 años. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad media a la que las mujeres son madres en España se situaba en 2013 en 31,6 años.

1. Inseminación artificial

Es una técnica relativamente sencilla, ya que que imita el proceso de reproducción natural proporcionando una ayuda a los espermatozoides para que lleguen hasta el útero y se produzca la inseminación. La dificultad para quedarse embarazada puede estar en un obstáculo que encuentren los espermatozoides en el trayecto hacia el óvulo o en un problema en las características del semen. Este tratamiento comienza con la estimulación de la ovulación de la mujer mediante medicación y termina al depositar el semen preparado en la cavidad uterina bajo control ecográfico.

Existen dos posibilidades dependiendo del origen del semen. Inseminación Artificial Conyugal (IAC), cuando el esperma utilizado es el de la pareja, o Inseminación artificial con Donante (IAD), cuando una mala calidad o una insuficiente cantidad del semen de la pareja obliga a utilizar el de un donante anónimo.

2. Fertilización In Vitro (FIV)

Con esta técnica la inseminación se lleva a cabo en el laboratorio especializado para, posteriormente, implantar el embrión en el útero. Primero se estimulan los ovarios, induciendo la ovulación si es necesario, para que su funcionamiento sea el mejor posible antes de la extracción del líquido folicular; se recoge la muestra del semen de la pareja -o del donante- y se seleccionan los espermatozoides con mejores características de movilidad y morfología; se inseminan los ovocitos para conseguir embriones y de la incubadora se transfieren a la cavidad uterina.

La fecundación in vitro está aconsejada para casos en los que ya se han realizado varios tratamientos de inseminación artificial sin resultados positivos, existe algún tipo de obstrucción en las trompas de Falopio o las características del semen no son óptimas, ya sea en calidad o en cantidad del esperma.
Un dato: el 25 julio de 1978 nació Louise Brown, la primera niña dada a luz tras ser concebida mediante la fecundación de un óvulo humano en un laboratorio.

En la FIV, al igual que en el caso de la inseminación artificial, existen varias posibilidades. En este caso cuatro, dependiendo de si se usan óvulos propios y el semen de la pareja o se sustituye alguna de las dos partes por la de un donante. En este caso hay que destacar la alta tasa de gestaciones conseguidas por vitrificación -congelación rápida-, una técnica incorporada a la medicina reproductiva en 2005.

3. Cultivo embrionario a blastocisto

Cuando a pesar de la calidad del embrión, del buen estado del endometrio y de la correcta transferencia embrionaria no se logra la gestación se puede recurrir a otras técnicas, como el cultivo embrionario fuera del cuerpo hasta un estadio de desarrollo más avanzado, el quinto día tras la fecundación. Así se equipara al momento de la implantación natural y se logra un mayor porcentaje de gestaciones.

La conservación del embrión se hace en condiciones que imitan al máximo las del cuerpo humano en aspectos como oscuridad, pH, temperatura, concentración de gases o tipo de nutrientes.

4. Eclosión asistida o Assisted Hatching

Tratamiento que consiste en practicar un pequeño orificio en la membrana (zona pelúcida) que rodea y protege al embrión en los casos en que esta es más gruesa de lo habitual para ayudarle a que, llegado el momento, se desprenda de ella y se implante en el útero materno. Es una técnica rápida y poco invasiva que se lleva a cabo unas horas antes de la transferencia embrionaria.

La eclosión asistida suele usarse de forma complementaria en la fertilización in vitro en mujeres mayores de 37 años, en embriones congelados o en casos complicados tras varios fracasos en la implantación.

5. ICSI con espermatozoides del eyaculado

En este caso, la inseminación va un paso más allá al utilizar la microinyección de un espermatozoide dentro de un ovocito. Las fases previas son iguales a las de la fertilización in vitro, así como la transferencia embrionario posterior.

A la hora de trasladar los embriones a la cavidad uterina existen otras técnicas muy innovadoras que logran que la tasa de implantación sea cada vez mayor, como el Diagnóstico Genético Preimplantacional o Screening. Al estudiar genéticamente el embrión antes de la transferencia para confirmar que son sanos se pueden prevenir determinadas enfermedades hereditarias.

6. Bancos de embriones y de semen


Ambos funcionan de manera similar: son depósitos criogénicos de nitrógeno líquido a -196º C que permiten la conservación de las muestras en perfecto estado.

En el caso de los bancos de semen, un crioprotector permite la posterior utilización de los gametos. Es aconsejable congelar muestras de esperma cuando el varón tiene dificultades para obtenerlas o de cara a asegurar la descendencia a la pareja en caso de accidente, fallecimiento, vasectomía o tratamientos oncológicos que pueden disminuir la fertilidad masculina, como quimioterapia o radioterapia.

En el caso femenino, los embriones se almacenan en bloques nunca superiores a tres unidades -número máximo que se puede transferir-, aunque actualmente se suelen congelar de dos en dos para evitar gestaciones múltiples. Las nuevas modalidades de congelación rápida han hecho que mejore la calidad de los embriones tras su descongelación y, por tanto, la efectividad de los tratamientos.


Fuente: laciguenia.com